jueves, 10 de abril de 2008

Crímenes Perfectos (2)

Como siempre, nunca puede faltar el gringo. ¿Canadiense?... baa, da lo mismo. Kerouac es una mezcla única entre ilusión y desesperación. Kerouac es un sinónimo de jazz y de drogas y de alcohol. Es casi como escuchar a Thelonious Monk tocando la guitarra, el clarinete y la batería al mismo tiempo:

“En el baño cálido y en la salvación de sus muslos, anhelaba esas intimidades de los jóvenes amantes en la cama, altos, los ojos ante los ojos, el pecho contra el pecho desnudo, órgano contra órgano, rodilla que se aprieta contra la rodilla temblorosa y pecosa, cambiándose actos de amor y de existencia por el gusto de hacerlo. "Hacerlo", la gran expresión suya; me parece estar viendo sus dientecitos salientes entre los labios rojos, viendo " hacerlo", la clave del dolor sentada en un rincón, al lado de la ventana…”

“Los hombres son tan locos, desean la esencia: la mujer es la esencia, ahí la tienen directamente entre las manos, pero ellos se precipitan en todas direcciones erigiendo inmensas construcciones abstractas. (…) se precipitan en todas direcciones y entablan grandes guerras y consideran a las mujeres como premio, en vez de seres humanos; muy bien viejo, no se puede negar que yo estoy en medio de toda esa porquería pero te aseguro que no pienso participar en lo más mínimo.”

El gringo canadiense es, sin duda, más cinematográfico. En un principio parece reflexivo, pero entonces nos sale con alguna oración remontada sobre otra. El sujeto de reflexión se pierde, empieza la enumeración, la metáfora, el término rebelde, de nuevo una nueva reflexión… parecía Mishima, deliciosamente amanerado, y termina como, el lunático y desequilibrado, Bukowski, claro, sin ningún ordenamiento en particular. Kerouac es el oso que agita sus torpes y grandes manos sobre las teclas de marfil de un elegante piano alemán. Es una mera improvisación y espontaneidad acerca de distintos temas que aparecen de repente, en los cuales se me mantienen un hilo narrativo. Recarga imágenes, sobrevalora términos. Abreviando; es una patada a la escritura convencional, pero está bien escrito y eso es lo que cuenta.

Es curioso, los vanguardistas antes citados, mencionan indirectamente los raquitismos de sus sociedades; presentan críticas y sátiras mucho más crudas que las que presentan sus contemporáneos, que dedicados, en cambio, al realismo social, denuncian las “injusticias” de los sistemas de un modo tan directo que se torna, a más de somero, aburridor.

Finalmente, he escuchado el tradicional Concierto de Aranjuez de Rodrigo, interpretado por Pepe Romero, luego la versión “Jazzera” de Chick Corea de la misma pieza. Maravillosos. Asimismo leo una prosa “común”, por ejemplo Coetzee, y después leo retazos de Palacio. Soy sincero, no sé a cual prefiero; el original o el experimento. Concluyo, los dos me han encantado. Y pienso, los fragmentos son inútiles, estos escritores sólo escriben obras totales, tal vez fui yo el que perdió el tiempo.

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