jueves, 31 de enero de 2008

Für Victoria (Las Horas están contadas...)


Irremediablemente, aquella silueta que se figura después de que la neblina se disipara, aquel aciago jueves de febrero, fue iluminada por la ténue luz de un encendedor: -¿Fuego?, preguntó Victoria, acomodándose sus lentes. -Gracias, respondió Alejandro, haciendo una mueca de desprecio al inícuo frío que amenazaba con hacerlos presas de la indiferencia. Era una tarde dominada por la neblina, señal que las horas estarían contadas. La conversación mutó a un sin fin de remordimientos, o talvez de recuerdos, en dónde después de dos cigarrillos, se encontraban sentados en medio de una sala amena, tomando un chocolate. Ahora la luz era lo que más dominaba aquel lugar. Era un sitio extraño para los que se gustaban, diferente para los que la vida había dado un desaire, y novedoso para los primerisos en el arte de contar las horas con sus miradas y sus ecos. La conversación siguió su tan habitual ritmo, dando vida a cada palabra, conspirando con las miradas amenazadoras que delatarían a las horas. Y es que el tiempo es mágico pero las horas están contadas. Aquel recordar representativo creaba en el ambiente un bienestar inestable pero a la vez reconfortante, tanto Alejandro como Victoria, se habían vuelto incómodos personajes en un lugar que no sabían al cual pertenecer o el cual elegir. Porque la incomodidad reinó cuando aquellas pupilas se dilataron hasta el punto de no pestañar jamás, en dónde Victoria se vio reflejada en la iris color café marrón de Alejandro, y así vivió una película sin fin, eterna, capaz de guiarla por el camino de la soledad; señal que sus realidades superaban cualquier anhelo de coincidir en algún punto. De coincidir en el amor o en la amistad: ya que las horas estaban contadas...
Al final del vestíbulo se oyó un grito severo aclamando un adiós, y la luz se apagó, aquel cigarrillo se esfumó con la misma audacia con el que fue encendido. Reinó la obscuridad.
Victoria mientras tanto se perdió en la obscuridad del pasillo anexo a la salida, sólida y con remordimientos carcomidos, solamente exhaló un suspiro diciendo, adiós a las horas, adiós al tiempo y adiós a la vida... Las horas se han contado desde entonces.
AŋđŗΞ'Ş ζ¡$ŋΣřǿ§
(Dedicada a la maravillosa
conversación de esa tarde:
dos horas de reflexión entre
tu y yo)
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domingo, 20 de enero de 2008

García Moreno Vs Eloy Alfaro

(La eterna lucha de contrarios)...
El asunto de odiar o alabar a los personajes que pertenecieron a la historia de nuestro país, según mi criterio, es una discusión estéril. Empobrecedor resulta acentuar nuestros resentimientos hacia otras ideologías. Aún así, considero que el verdadero trabajo que debemos realizar con los personajes que pueblan las páginas de los varios libros (algunos, la minoría, excesivamente trabajados y propuestos con absoluta brillantez, otros en cambio, favorables no a la objetividad sino a ciertas ideologías y que se constituyen como un desperdicio de papel, tinta y tiempo.) es la comprensión.
De qué me sirve repudiar a Alfaro por ser el causante de varias ejecuciones, u odiar a los liberales por haber causado la muerte del P. Moscoso S. I., si fueron también los culpables de la regeneración de cantidad de escuelas, colegios e instituciones, y de la modernización (el ferrocarril, el agua potable, la canalización, la luz eléctrica, el registro civil, etc.) del Ecuador.
Y qué beneficios obtengo de llamar a García Moreno tirano por fusilar veinte y seis insurrectos de tropas enemigas, qué de bueno obtengo en acusarlo de vende patrias y santo del patíbulo, si es que no vislumbro su magnifica obra (reformas económicas que permitieron ensayar la primera renta del estado, beneficios a la educación, planes viales, auge de comercio, etc.)
Así como México no sería México sin Cortés, pues Ecuador no sería Ecuador, sin Gabriel García Moreno ni sin Eloy Alfaro, cada uno con sus virtudes y sus defectos, hablo de su obra no de su persona. Tal vez, ese sea el principal defecto de la visión actual, que se busca santificar a la persona (que sin duda es un aspecto importante) pero se olvida su obra, o más bien se la ignora.
Lastimosamente la política actual, se aprovecha de la ignorancia de la mayoría de gente para hacerlos tragar inmundicias que ni Alfaro ni García Moreno hubieran tolerado sin antes haber cortado una buena cantidad de orejas.
Por mi parte, cada vez que abro algún documento o algún libro en el que vea cierta tendencia, que desvirtúa los hechos de cómo los mismos en realidad sucedieron, pues procuro leerlo con mucha atención. No para aprender de ellos sino para procurar no cometer esas atrocidades en mis escritos.
Esta fascinación por las ideologías es lo que me hace odiar a la historia y a la religión, y por contrapunto amar a la literatura, pues la historia es dueña de ciertas incongruencias que sólo la literatura, el cine, la música y demás artes pueden solucionar. Yo particularmente admiro mucho a GGM, pero al escritor. Eso si lo digo sin tapujos, amo a Borges y odio a Coelho. Venero a Godard y repudio a Hollywood. Soy un Nabokovista que desprecia con todas mis fuerzas al Michaelendeismo. Soy un CharlyGarcianista-Tchaikovskyista que aborrece a los Beatleistas.
Para desatar esas animosidades y tirrias existen también miles de actividades muy productivas, por ejemplo el fútbol, hoy fue un día bastante alegre pues apenas desperté me enteré de que el barcelona (El equipo más poderoso y por tanto el más corrupto de Ecuador) y sus once millones de dólares fueron humillados en su día de presentación, en estos temas el odio y el fanatismo está más que justificado.
En conclusión dejemos que los muertos descansen en paz, y profanemos solamente aquello que puede enriquecer nuestro conocimiento, como este blog.
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sábado, 19 de enero de 2008

La Máscara de Oro

El seductor argumento de la siguiente historia me lo relató mi gran amigo Bepo. De eso ya cincuenta largos años. Espero que ahora no se avergüence de esta tímida ejecución.


Aquella tarde, yo vestía de negro y reclamaba aún la ausencia de mi padre. Hace tres horas que su fresco cuerpo residía bajo tierra.
Estaba en el departamento. Recostado en mi sofá. Veía uno de esos tontos programas de farándula. - Odio los comerciales - pensé, así que decidí levantarme para reacomodar mi apartamento. De repente, escuché el sonido molesto del timbre. Me acerqué a la puerta cuidadosamente, vi que tras de ella se hallaba un mendigo. No le presté atención y me alejé hacia la cocina fingiendo mi ausencia. Fue inútil, pues el timbre no me dejaba tranquilo. Corrí hacia la puerta y sentí un deseo fortísimo de platicar con aquel extraño. El mendigo, para ser sincero, me recordaba a mi padre. Sus fisonomías eran insólitamente idénticas.
Así que abrí la puerta. Era un hombre de baja estatura, tenía los pómulos de un color particularmente rojo. Lo que fascinó mi atención fue una gran argolla dorada que atravesaba su nariz. De pronto observé un gran orificio en el lóbulo de su oreja izquierda, el agujero lo rellenaba una piedra de esmeraldas. Caí en cuenta de que el agujero y la esmeralda se duplicaban del otro lado.
Recordé que tenía pan y ciertos restos del almuerzo que pensé no le caerían nada mal, a aquel misterioso tipo.
Durante la cena cruzamos una que otra palabra, que el tiempo se ha encargado de borrar. Al fin dijo: -Hace tiempo que ando de vago, recibiendo favores de extraños, he recorrido ya todo el territorio-. Empezó a llover.
Entonces se despojó de sus andrajosas vestiduras y al hacerlo advertí que llevaba un camisón que parecía labrado en pan de oro. Al tiempo se le cayeron ciertas platerías metálicas. Me ordenó que las levantase.
– ¿Por qué he de obedecerte? - dije.
– Por que soy un rey - contestó.
Una risa sarcástica se me escapó, creí que aquel tipo debía estar loco.
– Soy el rey de Mogoya (mi padre también me hablaba de Mogoya; hoy en día la gente conoce a esa región con el nombre de Manabí) y pertenezco a la estirpe del sol – objetó.
– Pues yo no creo en el sol – contesté.
Repentinamente obtuvo de sus brillantes vestimentas una máscara dorada, una pieza que simulaba al astro rey, de una hermosura desbordante, sus rayos estaban estilizados como zigzagueantes serpientes cuyas cabezas se parecían a las de los hombres. En la parte central dos ojales y bajo esta una extraña figura, en forma de halcón, espléndidamente trazada.
- Este es el Chunucare sagrado - me dijo. – no existe en el mundo pieza igual a esta – agregó.
- ¿Puedo tocarla? - repliqué.
Entonces la mascará de oro se acercó lentamente hacia mí, sentí con mis manos una forma fría y al abrir mis ojos vi una luz interminable. Luego de unos instantes me vi cubierto de un chaleco de oro, era el mismo que llevaba el mendigo, pendientes del color de la esmeralda adornaban mis orejas. Tenía una corte real a mi servicio, y a un reino entero para satisfacer mis apetitos. Estaba rodeado de miles de mujeres exuberantes, todas eran mías. Entonces la máscara se retiró de mi rostro.
- Mientras esté en mis manos el Chunucare de oro seré rey - dijo aquel vagabundo al que hoy tanto aborrezco.
En aquel momento sentí una ambición incontrolable sobre la posesión de esa increíble pieza y de convertirme en rey. Así que me acerqué a la alacena. Me armé con el cuchillo más afilado y lo sorprendí por las espaldas. Sin más, le hundí esa navaja varias veces en sus entrañas. El vagabundo cayó enseguida así mismo lo hizo la máscara de oro, señalé aquel lugar y me apresuré en deshacerme del cadáver. Regresé por mi ansiada pieza, pero ya no estaba. Había desaparecido. No la encontré. Hace tiempo que sigo buscándola.
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miércoles, 16 de enero de 2008

Paso del Norte

He leído a Rulfo, es impresionante la forma con la cual te mete en el mundo campesino de su natal Méjico. En tan solo un libro tiene muchas historias que para mi se reúnen en una, que es muy común en nuestro entorno, pueblos sin Dios ni ley, donde atrocidades se cometen y donde además encuentras cada caso es mas raro que otro, retrasados mentales, revoluciones o peleas por tierras, pobreza por la tierra así como el de la migración que es tema de todos los días; el típico problema de nuestros países.

Uno de los cuentos que mas me llamó la atención y que me gustó, a propósito de lo que he abordado sobre la migración, fue "Paso del Norte" donde en pocas hojas sientes la vida campesina y su entorno aunque no solo eso, sino que se convierte en algo más global porque parece un típico tema tercermundista y no de pueblo sino de gran capital. La trágica vida donde uno por el afán de ser más quiere salir en busca de una mejor suerte, dejando todo y echando suerte "a ver que pasa" en un país del norte generalmente, como Estados Unidos o la propia e impotente Europa donde no es que te reciben con los brazos abiertos sino que la suerte es de a desnudada incluida y trato de perro si te va bien de lo contrario un par de balazos, muerte o el trágico regreso al país, en este caso creo que es lo mejor que puede sucederte.

La suerte del protagonista es trágica, sale del pueblo y no consigue nada, mueren sus compañeros cruzando el río entre Méjico y EEUU y hasta pierde a su esposa que se ha ido con otro en su ausencia. No quiero dejar catarsis con fines de cambiar nuestro modo de vida, de quedarse en el país, buscar suerte aquí y evitar un proceso migratorio que aumenta, sino dar cuenta de la calidad de Rulfo, calidad incuestionable pues hace de un tema local, algo global que por lo menos aquí en nuestro país es clásico, migración, pueblos sin Dios ni ley y la pobreza que es infaltable. Solo un gran escritor puede escribir un tema que se pueda entender en todo nivel y que no solamente quede reducido a un País y sea entendido en todo el mundo hispanohablante.
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