viernes, 30 de enero de 2009

Algo musical


84 albums que deberian escuchar antes de haber muerto...


Symphonie n° 7 en do majeur, op. 105 (1924) – Jean Sibelius
The Gold Edition (1937) - Stephane Grappelli and Django Reinhart.
Round Midnight (1949) - Thelonious Monk.
Miles Ahead (1957) - Miles Davis.
Sings the Duke Ellington Songbook (1957) – Ella Fitzgerald.
The Genius of Ray Charles (1960) - Ray Charles
A Love Supreme (1964) - John Coltrane
Highway 61 Revisited (1965) - Bob Dylan
Fresh Cream (1966) – The Cream.
Axis: Bold as Love (1967) - Jimi Hendrix
The Doors (1967) – The Doors
Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967) -The Beatles
The Velvet Underground and Nico(1969) - The Velvet Underground
Yellow Submarine (1969) - The Beatles.
Plastic Ono Band (1969) - John Lennon
Adiós Nonino (1969) - Astor Piazzolla.
A man’s life (1970) – Charles Aznavour.
Paranoid (1990) – Black Sabbath.
Let it be (1970) - The Beatles.
Imagine (1971) – John Lennon.
Goodbye Yellow Brick Road (1973) - Elton John.
The dark side of the moon (1973) - Pink Floyd.
Elis & Tom (1974) – Elis Regina, Tom Jobim.
Adios Sui Géneris (1975) – Sui G­éneris.
A Night at the Opera (1975) – Queen
Hotel California (1976) – The Eagles
Exodus (1976) - Bob Marley & The Wailers
Low (1976) - David Bowie
Never Mind The Bollocks, Here's the Sex Pistols (1977) - Sex Pistols.
Pyramid (1978) – The Alan Parson’s Project.
The Wall (1979) - Pink Floyd.
Dynasty (1979) – Kiss.
Back In Black (1980) - AC/DC
RC SUCCESSION (1980) - Rhapsody
Thriller (1982) – Michael Jackson
Bark at the Moon (1983) – Ozzy Osbourne
Les Chemins de traverse (1979) – Francis Cabrel
Nada Personal (1985) - Soda Stereo.
Mediterranean (1985) - John Mclaughlin.
Mambo Diablo (1985) – Tito Puente.
Hell Awaits (1985) – Slayer
The Joshua Tree (1987) – U2
Appetite for destruction (1987) – Guns n Roses
Mátenme porque me muero (1988) – Caifanes.
All That Jazz (1989)- Ella Fitzgerald.
Canción Animal (1990) - Soda Stereo.
Cowboys from Hell (1990) – Pantera.
Al Di Meola Plays Piazzolla (1990) - Al Di Meola
Led Zeppelin Remasters (1990) – Led Zeppelin.
Canciones Urgentes (1991) – Silvio Rodríguez
Tango 4 (1991) – Charly García.
Nevermind (1991) - Nirvana
Edith Piaf: 1935-1942/1936-1945 (1991) : Edith Piaf
Images and Words (1992) - Dream Theater.
Greatest Hits (1992) – The Police.
En vivo (1993) - Seru Giran.
Time Machine (1993) – Joe Satriani
Awake (1994) - Dream Theater
Dummy (1994) – Portishead.
After The Rain (1994) – John Mclaughlin.
The Division Bell (1994) – Pink Floyd.
Concierto de Toronto (1995) – Leo Brouwer.
Solo Flamenco (1995) – Sábicas.
The Cream of Clapton (1995) – Eric Clapton.
Hello! MTV Unplugged (1995) - Charly Garcia.
Venus island (1996) – Eric Johnson
Say No More (1996) - Charly Garcia.
OK Computer (1997) - Radiohead
Concierto de Aranjuez, Fantasía para un Gentilhombre (1997) – Pepe Romero.
Poeta (1998) – Leo Brouwer, Vicente Amigo.
Concerto Suite For Electric Guitar & Orchestra In Eb Minor (1999) - Malmsteen
S&M (1999) - Metallica.
Open land (1999 )- John Abercrombie.
74. Todo Caetano (1999) – Caetano Veloso
Bajo el azul de tu misterio (1999) - Jaguares.
Tchaikovsky: Piano Concertos (2000) – Piotr Ilych Tchaikovsky.
Nos sobran los motivos (2000) – Joaquín Sabina.
Rebirth (2001) – Angra.
Grain de Sable (2003) - Tryo
Live Licks (2004) - The Rolling Stones.
United Abominations (2004) - Megadeth.
Medulla (2004) – Björk.
Ahí vamos (2006) - Gustavo Cerati.
Amputechture (2006) – The Mars Volta.
Compartir

jueves, 29 de enero de 2009

Schnupftabak

Llovía. Su paraguas no podía soportar más. Era un diluvio. Su traje Oscar De la Renta, se estropearía. Perdería su entrevista de trabajo y su oportunidad de ejercer su profesión definitivamente. Decidió refugiarse en una trinchera provisional, su Rolex marcaban las doce del medio día, aún así ese miércoles primaveral se transformaba en una tarde fría, obscura y aburrida, no como suelen ser los medios días normales en las capitales. Volvió a sacar su encendedora y del fondo de su abrigo sacó, su cajetilla de Camel’s, el «cáncer portátil» lo relajaba, y más que nada le permitía no explotar. Después de todo ¿quién tiene la culpa cuando llueve? Incluso Bush no tenía esta vez la culpa. Era ateo: ni a aquel sujeto podría acusarlo, iría contra sus principios.

Sacudió la ceniza contra la acera. Seguía lloviendo. Una gota milimétrica, aparcó en la estela de fuego que al aspirar va generando ese humo relajante, aquellas cenizas irresucitables y especialmente: cáncer. Su Camel se apagó, fulminado por la vanidad de las veleidosas gotas…

Parecía perplejo al observar la lluvia. Su cara se inmutó frente al desafío que le ponía la naturaleza. Acertó en sacudir su paraguas, aún así un par de gotas de agua lo mojó. Sintió como la salpicadura opacó en un espacio pequeño de su camisa, el líquido vital, ennegrecía también, la seda de su corbata…
Continuará
Compartir

sábado, 10 de enero de 2009

Punto


La calle habría permanecido tan silenciosa y lúgubre de no haber sido por el tílburi capotado, de momento, de los Obando. Había causado tal sensación en su llegada a la ciudad que no había persona alguna que no se haya apropincuado a sentir como suyo dicho ingenioso y admirable vehículo. ¡Y es que no era para menos!, una de estas actualísimas máquinas recorriendo la ciudad no era sino una gran sensación. Además, era tan fortuito ver una de estas en la ciudad que , cuando se veía pasar una, se daba casi por sentado que se trataba del tílburi de los Obando. Debido a esto siempre fueron envidiados por la gran mayoría de la ciudad recibiendo mellas, raspones, rajaduras o piedras por la ventana. Los Obando ya estaban acostumbrados. De regreso a lo que nos compete, en tal noche nublada, irrumpía el tílburi como la mejor de las tijeras del alfataye de la ciudad cortando cientos de telas al hilo, o como un afilado cuchillo del carnicero sobre la res. Lo sorprendente es que esa noche nadie percató que el vehículo cruzaba las calles y a pesar del apesadumbrado sonido de las ruedas, éste era casi tácito.

Eugenio había salido con Gangotena, su humilde criado, a una de las típicas reuniones sabatinas a las que tenía por costumbre asistir. Las fiestas de sociedad en este lustro se han incrementado tanto que más conmoción causa una de estas que una misa de 20. De todos modos, aquel sábado habría sido tan normal para ambos como de costumbre en la alta sociedad salvo por el aciago accidente que se mencionará en los renglones finales. Fue una típica reunión; un cigarro cubano por hora, algo de hipocrecía, presunciones y falsa erudición habían sido la tónica de la reunión, sumado esto a un copioso, rimbombante, y exuberante, exquisito, desordenado -sí que lo fue- y lascivo bacanal, como solo en la antigua Roma podría haber ocurrido. Por otra parte, los criados también habían tenido lo suyo, una fiesta de primera aunque casi nada estilizada -en cuanto a qué fumar y de qué hablar, por lo demás había sido bastante mejor, lo advertía el rostro extasiado de todos y cada uno de ellos-. De todos modos, era algo digno de verse, o más bien de disfrutar participando.

La noche se había pasado en un santiamén; entre tertuliar, reir, abrazar y sentir; como un sencillo chasquido, o un beso de despedida. Gangotena sacó su reloj de bolsillo y sugirió salir en el acto, a lo que Eugenio accedió. Gonzálo había sido muy parco y algo distraído ese día, parecía no haber disfrutado de él y de su compañía esa noche. Sin embargo, los acompañó hasta la puerta y se despidió con un emotivo abrazo, y algo más íntimo, del acaudalado Obando. Mientras regresaba a la puerta gritó de espaldas a ellos una sentencia desarticulada. «Punto final, un punto final»- dijo, y posteriormente entró. Parecía haber conjeturado durante mucho tiempo la idea y haberla concluído en este pequeño falso aforismo, quizá guiado por un fatal presentimiento. Los dos no le entendieron y salieron casi despreocupados del asunto hacia el tílburi. El trecho era corto pero la noche apremiaba.

Luego, como un rayo de tormenta de octubre, un balazo cruzó la noche y se estampó... ( ¿Se estampo?... Más bien diría que estalló... sí, casi, así.) en su cráneo. A Gangotena le crujió el pecho, como al recibir un latigazo, y celeremente se apeó del vehículo, lo descapotó y se echo sobre el herido. La sangre le chorreaba, era como una pileta en auge, un ojo de agua, o una de estas modernas tuberías con una pequeña avería. La cara la tenía pintada, como si estuviese en un ritual; tanta sangre había que de solo abrir la boca se habría ahogado. Trato de hablar en su agonía conciliando fuerzas, uniendo letras, comprimiendo ideas. Suspiró, abrió los ojos, sintió mareo, volteó la cara, empezó a hablar "La vida... la vida no es...no es juego...punto. La vida..., en un... punto" y después inmediatamente murió.



Ahmed

Y con esto algo de distancia, echo un poco de tierra, deserto, reduzco a un punto.
Compartir

Ya no sé que hacer conmigo

Ya tuve que ir obligado a misa, ya toqué en el piano "Für Elisa”, ya aprendí a falsear mi sonrisa, ya caminé por la cornisa.
Ya cambié de lugar mi cama; ya hice comedia, ya hice drama. Fui concreto y me fui por las ramas, ya me hice el bueno y tuve mala fama.
Ya fui ético y fui errático, ya fui escéptico y fui fanático, ya fui abúlico y fui metódico, ya fui púdico, fui caótico.
Ya leí Arthur Conan Doyle, ya me pasé de nafta a gasoil. Ya leí a Breton y a Molière. Ya dormí en colchón y en sommier.
Ya me cambié el pelo de color, ya estuve en contra y estuve a favor; lo que me daba placer ahora me da dolor, ya estuve al otro lado del mostrador.
Ya me ahogué en un vaso de agua. Ya planté café en Nicaragua: ya me fui a probar suerte a USA., ya jugué a la ruleta rusa.
Ya creí en los marcianos, ya fui ovo-lacto vegetariano, sano. Fui quieto y fui gitano, ya estuve tranqui y estuve hasta las manos.
Hice un curso de mitología, pero de mí los dioses se reían. Orfebrería la salvé raspando, y ritmología, aquí la estoy aplicando.
Ya probé, ya fumé. Ya tomé, ya dejé. Ya firmé. Ya viajé. Ya pegué. Ya sufrí. Ya eludí. Ya huí. Ya asumí. Ya me fui. Ya volví. Ya fingí. Ya mentí y entre tantas falsedades, muchas de mis mentiras ya son verdades. Hice fácil las adversidades, y me compliqué en las nimiedades.
Ya me hice un lifting, me puse un piercing. Fui a ver al “Dream Team” y no hubo feeling. Me tatué al “Ché” en una nalga arriba de “mami” para que no se salga.
Ya me reí y me importó un bledo, de cosas y gente que ahora me dan miedo. Ayuné por causas al pedo, ya me empaché con pollo al spiedo.
Ya fui al psicólogo, fui al teólogo, fui al astrólogo, fui al enólogo. Ya fui alcohólico y fui lambeta, ya fui anónimo y ya hice dieta. Ya lancé piedras y escupitajos, al lugar donde ahora trabajo y mi legajo cuenta a destajo, que me porté bien y que armé relajo.
Compartir