lunes, 21 de abril de 2008

Cine chino


El cine chino a dado un salto interesantísimo cambiando las tradicionales películas de gran peleas en las que los personajes eran prácticamente sobrenaturales dando saltos y haciendo movimientos fuera de la realidad, aunque se conserva la tradición y mística de su pueblo ancestral las producciones cinematográficas han tratado de buscar nuevos enfoques en lo que respecta a la matización de sus películas dándole enfoques mucho más relevantes en la cultura actual. Pero aún así la imaginación y creatividad China no ha sido bien apreciada por los propios habitantes chinos.
Las principales compañías cinematográficas chinas (la Shaw Brothers y la Golden Harvest de sir Run Run Shaw, en Hong Kong, y la CMPC, en Taiwan) no pudieron seguir el ritmo de los cambios sociales y económicos de la década de 1970 y entraron en crisis. La estructura formalista de sus producciones y la indiferencia mostrada por la audiencia crearon las condiciones idóneas para la aparición de un movimiento de renovación cinematográfica a principios de la década de 1980. El cambio se inició en Hong Kong en 1979, cuando Ann Hui, Hark Tsui, Ho Yim, Allen Fong y otros directores jóvenes (la mayoría de ellos formados en escuelas de cine estadounidenses y europeas) pasaron de la televisión a la realización cinematográfica, fundando compañías productoras independientes y tratando temas sociales y culturales de actualidad. Su ejemplo se copió rápidamente en Taiwan, donde la CMPC comenzó a producir películas portmanteau (filmes que narran varias historias unidas por un hilo conductor), realizadas por directores sin experiencia como Edward Yang, Hou Hsiao Hsien, Wang Tong y Ren Wan.
La nueva ola llegó a la República Popular China en 1984, cuando los recién graduados por la Academia de Cine de Pekín comenzaron a dirigir películas con estructuras y pautas innovadoras que formulaban preguntas en vez de ofrecer respuestas políticas fáciles. Los largometrajes Tierra amarilla (1984), de Chen Kaige, Dao ma Zei (Ladrón de caballos, 1986), de Tian Zhuangzhuang, y Sorgo rojo (1987), de Zhang Yimou, establecieron temas totalmente nuevos para el cine chino y éste ganó audiencia en todo el mundo por primera vez. Estos directores y sus contemporáneos han convertido el cine chino en uno de los más interesantes de la década de 1990. Películas como La semilla del crisantemo (1990) y La linterna roja (1991), de Zhang Yimou, Lan Fengzheng (La cometa azul, 1993), de Tian Zhuangzhuang, y Adiós a mi concubina (1993), de Chen Kaige, han obtenido grandes premios en festivales importantes, como Cannes, nominaciones a los premios Oscar.
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