miércoles, 14 de mayo de 2008

W. K. W. (1)

Por: José Luis Castro

En el pasado, cuando las personas tenían secretos,

y esos secretos no deseaban compartirlos, subían a una montaña

buscaban un árbol y tallaban un agujero en él

para susurrar el secreto en el agujero,

luego lo recubrían con barro

de ese modo nadie más lo descubriría…


Me gusta Wong Kar Wai; me gusta Wong Kar Wai porque perfecciona el trabajo fotográfico que brinda en cada una de sus películas. Me gusta Wong Kar Wai porque amo el tratamiento que el director aplica en sus postulados cinematográficos sobre el color. Me Gusta Wong Kar Wai, porque musicaliza extremadamente bien cada una de sus escenas, porque ahonda la psicología de los personajes, brindándoles una madurez inusitada, porque nadie más sabe manejar el sonido del silencio como él, porque escamotea verdades escondidas. Me gusta la tragedia y también me gusta Wong Kar Wai. No me gustan las "películas para señoritas”. Me gusta Wong Kar Wai porque sin su rigurosidad artística, los temas que abarca convertirían a sus largometrajes en "pelícuals para señoritas”.

"No sirve de nada encontrar a la persona indicada si el momento no es el adecuado"

Particularmente, reconozco que en la actualidad literaria existen dos corrientes prosaicas, bien marcadas, la erudita; Bolaño, Marías, Fuentes…sólo por citar algunos nombres. Y otra prosa más bien improvisada, aparentemente más inmediata y franca, pero igualmente de alto valor artístico; Lóriga, Aira, Fuguet… En fin, volviendo al cine, yo (y perdón por mis sucintos conocimientos de cinematografía) colocaría a In the mood for Love de Wong Kar Wai, dentro de un tipo de imagen que se asemeja a la descripción de la prosa erudita, pues, cuida en abundancia cada detalle que la cámara muestra al espectador. Es el tipo de película, más bien, europea de tinte francés, esto sin desplomarme sobre estúpidos argumentos raciales, sino asentándome fuertemente sobre la tradición. Los cuadros y representaciones de Kar Wai son dulces y al mismo tiempo desesperanzadores. Son paisajes que se presentan, una y otra vez, suavemente. Son imágenes, rostros, dóciles, que invitan a la contemplación. Adoro el ambiente que maneja la película, los 60s, tal vez mi década favorita, adoro los peinados, las poses de la Sra. Chan y también los vestidos que esculpen extraordinariamente su lívido pero sensual cuerpo. Las caminatas lánguidas de Sr. Chow por los pasillos desolados. La inocente trama romántica que se arma en torno a estos dos personajes. La negación. La cámara lenta. Los boleros. Las sinfonías de Umebashi.

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1 comentario:

. dijo...

Mira lo que uno encuentra... y ni tan siquiera un año todavía... Chévere.