viernes, 2 de mayo de 2008

Nota irrelevante

Pedro salió, el dolor debió ser eterno, lo notaba su rostro y las últimas palabras que mencionó antes de su deceso sobre aquella cama del hospital; la gresca de la noche anterior había sido contundente y mas aun por el incesante sangrado en la parte frontal de su parietal. Las cortaduras que tenía en toda su cara y la profundidad de éstas era tal que parecía haber sido cortado por un cuchillo muy afilado. Los médicos nunca pudieron explicar por qué un pedacito de vidrio estaba incrustado entre su oreja y pómulo, según dijeron pudo ser causado por su caída sobre el pavimento tras los golpes, o quizá por los vidriecitos desplegados en el suelo tras atacar el automóvil al que quiso robar.
En la calle lo único que había era un pedazo de botella pero ésta no tenía una sola gota de sangre y aunque tenía una punta afilada nada comprobaba su culpabilidad, y por su forma debió haber caído de manos de alguien, o quizá ese instrumento utilizó Pedro para atacar el vehículo con tal vehemencia que destruyó todo.

Miró por la ventana mi esposa cuando un loco se acercó al vehículo estacionado frente a casa, no sabía que le ocurría, me dijo que parecía intentar hablar con alguien aun cuando no había nadie, me empecé a preocupar y le dije iría a ver que es lo que ocurría. Bajé. Llegué frente al vehículo vacío y miré por el reflejo del espejo la cara de aquel hombre. Cuando me vio la locura lo invadió, rompió el vidrio del carro y al momento metió su cara por el vidrio destruido y empezó a gritar de manera incesante "¡Suerte infeliz!", yo no tuve más que salir hacía mi casa para evitar reacciones extrañas de su parte para conmigo, ahora no sé por qué se me acusa de haber matado a ese hombre. Creo que no hubo otro testigo, aunque no entiendo por qué me acusan si no le dije una sola palabra, lo único que hice fue correr por mi propia seguridad ¡Insisto en ver a mi abogado!.


(Horas antes)


-Dale más trago luego no recordará nada de la apuesta
-(Riendo) ¡Y como lo hará si estará muerto!
-Es tán estúpido que irá tal y como se lo pidamos a cabar su propia tumba y como José está en casa no habrá problemas.
-Eso no nos interesa, con que cumpla con su misión tendremos muerto a Pedro y a José tras las rejas.
-Pusiste un poco de cocaína en el licor
-Sí
-¿Y la nota?
-En el gabán de Pedro
-Excelente.

Llegaba del trabajo, el día había estado pesado, y como era jueves de un feriado decidimos quedarnos a beber un poco, yo estaba un poco mareado, y llegando a mi apartamento noté a un hombre que parecía estar preocupado por uno que estaba de frente a un vehículo, cuando intentó hablarle el otro rompió el vidrio del auto y el que estaba atrás lo empujó, empezó a golpearlo y al caer al suelo el hombre bajo puso su mano sobre el hombre herido y metió un papel en su terno, luego salió corriendo en dirección a una casa, quizá para esconderse. Yo no tenía por qué hacerlo, nadie me había visto y solo debí llamar al general pese a la prohibición por la hora, para así apresar a ese infeliz que intentó deslindarse de cualquier culpa.


Ahmed Deidán
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