viernes, 5 de diciembre de 2008

El misterioso organista.


Cuenta la leyenda que desde febrero de 1904, ronda intrigantemente en la iglesia del pueblo, un ente desconocido que apostata a viva voz mientras toca el órgano. Dicen que solo aparece el veintinueve de febrero, y rara vez se lo ve por la nave principal; prefiere merodear el órgano haciéndolo vibrar misteriosamente. Los que lo han visto cuentan que camina por la iglesia durante varias horas seguidas: cabizbajo, en silencio y hasta desorientado. Siempre ha estado distante de la sacristía y más bien se ha apropincuado a la puerta, espantando a los feligreses. No se sabe de dónde salió, pero parece clamar justicia.

Lleva puesto siempre el mismo gabán basto y deshilado por el uso; aunque, de todos modos, imponente. Algunos fieles dicen que usa un corbatín y una camisa ocre-amarillenta. Su camisa, afirman, le da cierto aire (y más que un aire, un vaho) de mafioso, hostilidad, arrogancia y muerte. Mientras los hombres perciben el hedor de azufre, gangrena, sangre coagulada y amoniaco; las mujeres encienden su sexo, se embelezan y se excitan. Nunca, nadie, jamás se ha acercado a conversar con él (ni las mujeres), mucho menos se atreven a mirarlo de frente.

Los sacerdotes le dan entre cuarenta y cincuenta años y asumen que es un poco parco. Algunos creen que se trata de un demonio, una alma en pena, o sino, algún sacerdote fallecido. En el clero, la creencia más aceptada es que se trata de Pedro Poma (compositor de varias piezas para órgano con letras pasionales), un cura que murió mientras dejaba los hábitos en el convento de las carmelitas, en el lecho de Sor María Josefina.

María Josefina, la monja, fue una mujer de Dios, siempre decente y decorosa. Dedicada desde la niñez a la Santa Iglesia, y entregada a la costura, fue por muchos años, la encargada de confeccionar los trajes de todos los miembros de la iglesia. Murió de paro cardiaco en la misa de la aurora de 1900, celebrada el 29 de Febrero.

Desde su aparición, la del fantasma, en el pueblo mueren 4 personas en cada año bisiesto: dos mujeres y dos sacerdotes. Los curas al entregar los hábitos en el convento de las carmelitas y las mujeres, de camino a casa después de salir de la misa de la aurora.

Cada 29 de febrero el órgano suena imponente y misterioso, mueren cuatro inocentes, aparece una camisa ocre - amarillenta sobre el altar principal y una balanza atada al cinto de un santo.

Nadie se queda llegada la noche. Quizá por respeto...O por miedo.
Compartir

No hay comentarios: