domingo, 14 de diciembre de 2008

¡Soy longo, carajo!


El Ecuador es poseedor de una identidad nacional bastante extraña y peculiar. Mientras unos conservan sus tradiciones flamenquistas y taurinas (¡Y olé!) -aduciendo hispanidad racial- creyendose "criollos", otros recalcan sus rasgos hispánicos sobresalientes, mucho más notorios que los indígenas, por lo que de alguna manera también se creen "criollos", o en su defecto "mestizos blanquitos". Otros son los "mestizos aindiados" en los que se nota más su porcentaje indiano y que si bien se han acoplado al medio ecuatoriano, no pasarían por criollos (quizá por el racismo de estos "blanquitos"); y finalmente hay los indios, termino generalmente usado peyorativamente (Aún siendo el 30 porciento de la población total). En resumen, los ecuatorianos somos indios, indios blanquitos e indios mestizos... La primera categoría es una falsa ilusión.

En mi caso, siempre me ví como un "mestizo blanquito o cholo blanquito" (tampoco puedo negar mi color de piel). De todos modos, nunca desprecié a un indígena, ni lo hice a un lado, ni me creí superior a él. En realidad, me daban igual. Por consiguiente, jamás había dado importancia a mi indianismo y mucho menos me enorgullecía que me digan indio, longo, o que la gente use quichuismos (como atatay, arrarray, ayayay, ñaño, guambra, longo) pues lo consideraba un español impuro. Estaba, tristemente, dentro de ese grupo de gente que sabiendose mestiza, se cree "criolla", sin que esto signifique que haya sido racista, discriminador o cosa alguna.

De un buen tiempo acá las cosas han cambiado. Hoy estoy muy orgulloso de que me digan indio, longo, guagua, guambra o runa, y me enorgullece utilzar esos quichuismos tan arraigados en nuestra habla cotidiana. He valorado mis raíces indígenas como nunca antes lo había hecho, por fin me acepté a mí mismo tal y como soy. Además, he empezado a amar mis raíces andinas tanto como mis raíces no andinas, o quizá más...

Sí alguien sigue leyendo, y no se aburrió, puede preguntarse ¿qué cambió en mi vida?. Mi respuesta sería, el autoexilio. Algunos sabrán donde estoy ahora (aunque este no es el caso), pero esta salida forzada del país ha sido mi mejor experiencia para un conocimiento interior de mí mismo y un análisis retrospectivo de quien soy y qué he sido.

Cuando llegué a este país que me ha acogido, debido a ese corazón algo "socialista" que creo tener, estaba alborotado y afloraba una suerte de resentimiento social, odio al sistema y odio de su mentalidad; todos prejuicios. Al inicio solo quería empaparme más de las izquierdas, enfrentarme enérgicamente al sistema y fracasar en el intento. Escuchaba discursos del Ché, veía discursos de Salvador Allende y me inmiscuía a fondo en la música protesta. Eso sí, agradezco haberlo hecho porque de lo contrario no hubiera conocido a fondo a Inti-Illimani. Sin embargo, poco a poco esa llama de izquierda ha ido cediendo hasta un punto mucho más objetivo y centrado.

Mi cambio empezó hace como cuatro meses (o quizá casi cinco) cuando un amigo me afirmó que el Ecuador era un país del África merdional, con mayoría racial africana (obviamente) y en el cual no se hablaba castellano. Quedé sin habla; completamente atónito. Esto me incentivo a dar a conocer más sobre nuestra cultura, nuestras raíces y nuestras costumbres a los demás. Es aquí el momento más importante... Me pregunté ¿de qué me enorgulleceré? ¿Daré a conocer algo de lo que ni yo mismo estoy convencido? y ventajosamente hallé respuestas. Revaloré al pasillo, al albazo y al yaraví y dejé de sentirlos como "música de viejos" y de las reuniones familiares trasnochadoras. Quizá la añoranza de mi familia, mi tierra y amigos me hizo entristecerme de tal modo que encontraba consuelo solo en la música andina de Inti - Illimani o la música nacional, sobretodo en los pasillos.

Sin embargo, el cambio abrupto se dio mientras escuchaba el albazo "Taita Salasaca" de Benitez-Valencia. Sentí en ese momento el ritmo andino tan dentro de mi cuerpo que recordé una escena de la obra de teatro "El Danzante" de Javier Cevallos (Obra a la que le agradezco me haya invitado -aunque en ese momento no la disfruté como sí lo habría hecho ahora- y a la que pude asistir) en la que Gaspar de Mogrovejo, un estudiante universitario, luego de contarnos lo fingida que era la sociedad quiteña, baila un danzante y reconoce que no puede engañarse a sí mismo de sus verdaderas raíces, reconoce que debe dejar de creerse lo que no es; entonces acepta y vive sus verdaderas raíces andinas.

Ese momento reaccioné hacia una realidad diferente a la habituada... ¡Me ví como un indígena!, me ví bailando y disfrutando del momento ancestral... Y lo más satisfactorio es que ¡no me dio vergüenza!. Es algo inenarrable. Desde ese momento he revalorado a nuestra música, a nuestras lenguas originarias, a nuestra gente y a nuestras raíces, que mi madre está preocupada; dice que está harta de escuchar Inti-Illimani y pasillos todo el día. Mis propios amigos que aún siguen en contacto conmigo ya me han gastado un par de bromas como "Inti-Ahmed" o "Longo Ahmed"; de todos modos, no me avergüenzo de ello y agradezco que se burlen de esa manera, y esto me emociona más haciendome soñar en un Ecuador diferente donde todos aceptemos y valoremos nuestra indianidad.

Lamentablemente hay muchísima gente que aún no piensa así, y digo lamentable porque aprovechan de su hispanidad para longuear a todos, que, en vez de aceptarse, se cree española, vive las torerías como sevillano, segrega al indígena (sin saber que lo hace así mismo),no acepta su mestizaje, ni mucho menos sus raíces. Yo, por mi parte, agradezco a quienes me han hecho revalorar todo esto directa o indirectamente, agradezco a este viaje que me ha permitido aceptarme tal cual soy (¿ Para qué más sirve un viaje sino para conocerse a uno mismo, y hacer un análisis sesudo de lo que uno es?) y que me ha hecho sentirme orgulloso de decir sin tapujos: ¡También soy longo, carajo!.
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4 comentarios:

daniel cevallos II (nombre artístico) dijo...

inti-ahmed, longo-ahmed...yo digo mashi-ahmed...oye, bien ese proceso de reconocimiento, no se me hará indigenista tampoco...eso no más... cuídese

Anónimo dijo...

Pues si!Son verdades muchas cosas que dices, pero encerrarnos en el nacionalismo sin estar abiertos al mundo" no esta bien.
En sí, el reto está en reconocer nuestra identidad, conocer otras culturas pero no caer en el materialismo y nulidad en que la sociedad cada vez va entrando.
El conocimiento personal lleva muchas consecuencias! El problema esta no cerrarse a una idea o una ideología.
Suerte ahmed!!
Lula!

Anónimo dijo...

estoy estupefacta de lo que has escrito realmente, la verdad nunca exrañado el ecuador porque nunca he estado afuera , pero sin embargo me gusta ser ecuatoriana y no me gusta que haya regionalismo ni mona ni longa ni nada de esas cosas , esta cheverazo lo que has escrito muxaxito , espero keep doing like that adios
samanta

Ahmed dijo...

Muchas gracias por su visita y comentarios. Gracias a los 3.