sábado, 11 de septiembre de 2010

Dónde el futuro nos lleve


Melany Power sabía muy bien que hacer mientras verificaba que su pistolera de piel estuviera bien cargada, pensaba en los comunistas que iba a matar esa noche; Melany no albergaba ilusiones de acabar ella sola con el resurgimiento de la ola roja pero reflexionaba con una sonrisa macabra que no había gente especial, que no podía evitar la oportunidad de llenar algunos cementerios bolcheviques.
Mientras Melany se asoleaba en la playa de Rio, recordaba los últimos días con una especie de tranquila satisfacción: 12 rusos muertos, 5 chinos muertos, 3 o 4 cubanos muertos pensaba en el mundo que estaba otra vez a salvo para la democracia mientras observaba el hermoso pecho de Paulo, ensancharse y retraerse con ligeros ronquidos…
A salvo para la democracia ¿ó casi a salvo? Melany dejó escapar entre sus dedos algunos granos de arena, se ató su sostén y metió su mano en su bolso de playa. Paulo no oyó nada. Y fue una lástima porque no volvería a escuchar nada jamás. “Adiós Paulo”, pensó al levantarse. “Pude haberte amado si no fueras tan rojo como la sangre que ahora se esparce por la arena”. Melany caminó sin prisa hacia el hotel, sin duda encontraría un mensaje del cuartel general, esperaba tener tiempo para bañarse.


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